martes, 2 de marzo de 2010

MALDITOS BASTARDOS

Quentin Tarantino es uno de los raros directores cuyos proyectos atraen a partes iguales las mayores atenciones tanto del gran público como de los más acérrimos cinéfilos; raro en el sentido de que no se trata de un autor que de vez en cuando se decante por el cine comercial (como pueda ser Scorsese), sino de uno que ha conseguido hacer de su particular estilo un poderoso reclamo difícil de ignorar. Ha sido a costa, eso sí, de crearse una multitud de voces críticas, desde las de quienes 'no pillan' sus películas a las de quienes encuentran en ellas serias deficiencias éticas o estéticas, ambas actitudes perfectamente defensibles; aunque no debemos olvidar a aquellos que atacan su cine simplemente por miedo a parecer demasiado intelectuales o demasiado vulgares, dependiendo del rincón en el que les guste esconderse. Sin embargo, con el estreno de cada obra, radicalmente diferente a la anterior y a la vez perfectamente suya, Tarantino se gana nuevos admiradores y detractores donde antes quizás no los tenía, y el interés de las discusiones que generan hacen de cada añadido a su filmografía un trabajo de casi obligado visionado. El último ejemplo es Malditos bastardos.

Dividida en cinco capítulos, en esta ocasión ordenados cronológicamente, la película sigue a tres grupos de personajes cuyos caminos se van cruzando: los 'Bastardos', una unidad de soldados americanos de origen judío que realizan brutales ataques tras las líneas enemigas; Hans Landa, un perspicaz y despiadado coronel de las SS experto en localizar a supervivientes judíos, y los diversos militares y personalidades del Tercer Reich con los que se codea; y Shosanna Dreyfus, una francesa judía que sobrevivió a la masacre de su familia a manos de Landa y ahora regenta un cine en París.

Baste decir que el desarrollo del argumento se aleja bastante de las expectativas que uno se pueda hacer al respecto: todo el aspecto racial y sus implicaciones históricas (el punto más flojo del film) constituyen un mcguffin de muy dudosa legitimidad moral que al que afortunadamente no se asigna más importancia de la que se espera que le prestemos dadas las circunstancias; y en cuanto a la acción y aventura que la premisa ofrece, son sustituidas en su mayor parte por diálogos, eso sí, cargados de tensión merced a unos personajes que no suelen ser lo que parecen y que a menudo no se encuentran al mismo nivel en cuanto al poder que uno tiene sobre el otro. Tarantino demuestra que su habilidad al orquestar conversaciones no tiene tanto que ver con introducir anécdotas y banalidades como con crear y mantener unos ritmos muy precisos y dar unas tremendas oportunidades para lucirse a su reparto.

Un reparto en el que hay que destacar a Christoph Waltz como Landa, justamente celebrado por deleitarnos con un villano carismático e irrepetible, enmascarando bajo una apariencia desenfadada su personalidad fríamente manipuladora; a Michael Fassbender y August Diehl, dos excelentes actores añadiendo dos excelentes trabajos a sus respectivos currículums, con un magnífico duelo interpretativo a mitad de la película; a Diane Kruger en el que es quizás su primer papel memorable; y a Brad Pitt ensayando otro de esos personajes completamente absurdos que parecen ser su especialidad en los últimos tiempos.

Para terminar, y aún quedando mucho de qué hablar, un servidor querría hacer hincapié en la estructura del film y el sutil cambio que marca dentro de la carrera del director. Si los personajes de Pulp fiction pertenecían a un universo común, y todas las digresiones de Kill Bill partían del mismo hilo narrativo, lo que tenemos en esta ocasión son protagonistas que parecen sacados de filmes muy distintos cuyos argumentos se suceden, solapan e interrumpen unos a otros en puntos inesperados. Malditos bastardos no es una sola película sino muchas, encaminadas a un espectacular clímax que tiene lugar, apropiadamente, en una sala de cine. Porque detrás de toda la exagerada violencia cinematográfica, las oscuras referencias a centenares de obras ajenas, las no tan oscuras referencias a sus propias obras, y su nada común generosidad con los actores, el auténtico impulso de Quentin Tarantino es su inmensa devoción por el séptimo arte, su convicción de que nada en la gran pantalla debe ser más importante que todo el cine pasado, presente y futuro; una convicción que aquí lleva a sus últimas consecuencias. Y en estos tiempos en que los realizadores más chabacanos e injustamente cotizados se atreven a protestar por el trato de los críticos e incluso se vengan ridiculizándoles en sus ficciones, ¿qué otro director podría dar un papel heroico a un erudito obsesionado con G. W. Pabst?

I.B., 1/3/2010
Enlace a IMDb

Dos pases:

MIÉRCOLES 3 DE MARZO, A LAS 15:00
Y VIERNES 5 DE MARZO, A LAS 15:00
EN EL SALÓN DE ACTOS 'JUAN DE LA CIERVA'

Duración: 148 minutos.

PROYECCIONES EN VERSIÓN ORIGINAL
CON SUBTÍTULOS EN CASTELLANO
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

Próxima semana: Orson Welles.

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