¿Cómo hincar el diente en la filmografía de Jean-Luc Godard? No es simplemente un director que haya dirigido decenas y decenas de películas, sino uno que ha pasado por multitud de etapas creativas guiadas por criterios estéticos e ideológicos muy variados, y cuya reputación (habiendo pasado de ser un artista tremendamente influyente en los 60 a uno prácticamente irrelevante fuera de festivales y sesudos círculos críticos) continúa fluctuando de manera impredecible. Es posible que los mejores días de Godard estén atrás y que se haya ido recluyendo en su propia mente, continuando con su trabajo de la única manera que sabe; o es también posible que a día de hoy no estemos preparados para apreciar objetivamente la evolución de su obra en los últimos años. Como eso es algo que decidirá el futuro, ahí lo dejamos.
Las dos películas de esta semana comparten como aspectos formales el uso del Cinemascope y del Technicolor, y en comparación con el tímido uso que suele dárseles en el cine actual, son un glorioso ejemplo de los extraordinarios resultados que puede obtener en composición y empleo del color un director que sepa lo que se hace (sin olvidar el talento de Raoul Coutard, naturalmente). Hay que decir, sin embargo, que las similitudes parecen terminar ahí; entre El desprecio y Pierrot el Loco hay dos años de diferencia, que no parece mucho tiempo, pero en esos dos años Godard dirigió otros tres largometrajes y varios cortos de muy diversa índole, y las tremendas diferencias que hay entre todos esos trabajos creemos que hacen de nuestra selección una buena introducción a la obra de su polifacético creador.
De todas sus películas, El desprecio es quizás la que tiene principio, mitad y final en el orden más corriente, es decir, una de las que parece perderse menos en digresiones para centrarse en el argumento y tratarlo como algo más que una excusa. Paul (Michel Piccoli) es un escritor con una joven y bella esposa (Brigitte Bardot); tras ser contratado por un poderoso productor (Jack Palance) para hacer apaños sobre el guión de una adaptación de La Odisea, un pequeño incidente hará que toda el amor que su mujer siente por él desaparezca. La película, siendo una reflexión sobre el conflicto entre arte y negocio y las diferencias entre el hombre moderno y el de la antigüedad, no deja de ser más efectiva cuando se limita a hacer un honesto examen sobre las relaciones de pareja, reflejo muy crítico sobre la relación que el propio Godard mantenía en aquel momento con Anna Karina. Con Georgia Moll, y Fritz Lang haciendo de Fritz Lang.
Ferdinand (Jean-Paul Belmondo) es un hombre casado que, aburrido con su vida burguesa, decide marcharse con una niñera con turbias conexiones (Anna Karina) y vivir al margen de la ley: ése es el argumento de Pierrot el Loco, y esta vez sí que es un sencillo armazón sobre el cual Godard puede apoyar todas sus ocurrencias estilísticas, referencias cinematográficas, comentarios históricos, guiños literarios y observaciones sobre la vida contemporánea. Una obra que demuestra a cada minuto que en el cine quedan infinitas cosas por inventar, sin importar (o quizás precisamente debido a ello) que se coja la premisa más vieja del mundo, pues al fin y al cabo, para hacer una película solo se necesita una chica y una pistola. Y mejor que la chica sea Anna Karina. Atención al cameo de Samuel Fuller cerca del principio, dando una magnífica definición sobre lo que es el séptimo arte.
I.B., 18/3/2010
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EL DESPRECIO
Miércoles 17 de marzo, a las 15:00
en el Aula Magna (hangar)
Duración: 103 minutos.
PIERROT EL LOCO
Jueves 18 de marzo, a las 15:00
en el Aula Magna (hangar)
Duración: 110 minutos.
PROYECCIONES EN VERSIÓN ORIGINAL
CON SUBTÍTULOS EN CASTELLANO
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
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Próxima semana: Ben-Hur.